Omakase, coctelería y Dj´s en San-tō Hand Roll Bar

Por Pepe Treviño

Hay cosas que nos hacen sentir cosas bonitas en la tripa: el amor y la comida. Y para la movida de bigote, este lugar cumplió con las expectativas.
Se trata de San-tō Hand Roll Barr, un restaurante japonés comandado por el sensei Kawahito, el chef de origen nipón que ha puesto en México a la escena gastronómica oriental de estilo californiano en otro nivel.
Así lo comprobé en este santuario del sushi en la gentrificada pero amada colonia Roma, donde pude tener un Cooltrip a Japón en cada bocado.
La experiencia comienza desde la entrada. La decoración de tipo japonés, obscuro como mi alma o como una puesta en escena donde cada platillo me hizo feliz, hace que la memoria e imaginación se sienta sugestionada para recibir los sagrados alimentos.

La configuración de este spot es básica. Todos los comensales nos sentamos en una barra de madera alrededor los maestros iatamae -los cocineros pues- que preparan cada comanda a los ojos de todos.
Este lugar cumplió con las expectativas, fue como una cita romántica a ciegas, donde el equipo de cocineros del restaurante me recomendó el omakase (お任せ?), la expresión japonesa que significa “lo dejo en ti», o «lo dejo en tus manos», frase que es dicha por el cliente de un restaurante de sushi para indicarle al chef que prepare lo que él desee. Y así me dejé apapachar.
Para empezar me di los Hiroshito Peppers, chiles preparados con salsa ponzu y sazonados con especias, la intención es tomarlos del tallo y comerlos a mordidas para abrir apetito.

Después de ese sabroso tenetenmpié el chef me sirvió las tostadas chu`toro marinado en soya limón, salsa picosita de la casa y cremoso de aguacate.
Continué con el Santo Tiradito, un kampachi bañado en la salsa de la casa y especias japas. Un plato tan rico que aún sigo salivando.
Después de esos bocados lleg ún platillo que roza con el espectáculo, se trata del sahimi O`toro, la parte más grasa y apreciada de la ventresca del atún, que es sellado, en la mesa, con un trozo de carbón humeante de origen japonés con denominación de origen, llamado binchotan.
La maestra iatamae, mi guía culinaria que preparó cada platillo me siguió apapachando con una serie de nigiris y rolls de hamachi, robalo, hongo enoki y salmón mantequilloso hasta saciar el pecado de la gula.


Pero no les he contado acerca de la coctelería. Inicié empapando mi garganta con un bloody mary preparado por un mixólogo que parece tener una mano santa. Seguí con un Negorni y no pude dejar pasar la oportunidad de conocer la cerveza de la casa Tigre Santo, una refrescante lager japonesa, elaborada con arroz y un toque de sal marina, con un romántico toque a jazmín.
El sol comenzaba a caer y cuando estaba a punto de decir Sayonara (さようなら), descubrí que por la noche este spot fue tomando otra cara, la de la sobremesa, la de los amigos, para disfrutar de tragos (buena carta de sake) y música tocada por un dj frente a la barra Edomae, la barra tradicional japonesa.

DÓNDE: Colima 161, Roma Nte., Cuauhtémoc, 06700 Ciudad de México, CDMX
IG: @santohandrollbar